Peculiar Travel está pensado para
ser un diario de viaje donde contar no sólo las experiencias vividas en los
viajes que he realizado, sino también las emociones, el aprendizaje y “la cura”
psicológica que me han proporcionado los mismos.
Es cierto que viajar es bueno
para muchas cosas; lo es desde el momento en que te hace salir de tu entorno
habitual, ya que solamente cuando viajas te das cuenta de lo rígido y hermético
que puede resultar ese entorno, y sólo saliendo fuera puedes abrir tu mente conociendo
otras realidades, otros mundos que contribuyan a aportarnos, además, cultura, tolerancia
y madurez.
Viajar es bueno, por la tanto,
para la salud mental, pero también lo es para los sentidos y las emociones, que
se atrofian, en buena parte, al estancarse en ese entorno al que antes me
refería.
En los viajes los sentidos se
estimulan hasta límites insospechados, llegando a conocer y retener en la
memoria lugares que se identifican de forma inmediata por las fotografías
mentales que los ojos han captado de ellos, por el olor que desprende una
determinada ciudad o por los sabores que se han podido descubrir aquí y allá.
Pero los viajes también son muy
importantes para las emociones. La primera vez qué salí al extranjero fue a
Roma. Sí, estaba eufórica y llena de ilusión porque por fin iba a conocer por
mi misma aquel "museo de arte” y de “historia” que es la ciudad entera.
Fue precisamente desde el punto
de vista emocional, cuando más me sorprendí en Roma, ya que hubo una imagen en
particular que se me quedó grabada en la memoria de manera especial. Fue
contemplar dentro de la Basílica de San Pedro a una chica, una turista más de
los cientos que nos encontrábamos en ese momento en el interior de la misma que,
agarrada a un pasamanos con fuerza para que nadie le quitara su sitio
preferente, observaba la imagen de la estatua de "La Pietá" de Miguel
Ángel con absoluta devoción, mientras se le derramaban lágrimas a raudales. Me
impactó ese momento porque recuerdo que pensé "qué sensibilidad hay que
tener para que, al contemplar una imagen, te produzca esas sensaciones tan
profundas. Yo no soy capaz de sentir eso, a pesar de que es espectacularmente
bella la obra”; poco a poco, a medida que he ido viajando y conociendo lugares,
personas y obras, he ido desarrollando mi propia sensibilidad. Comprendí que no
a todo el mundo le afectan las cosas de la misma manera y con la misma
intensidad. Cada uno tiene que encontrar su "pequeño síndrome de
Stendhal" desde el punto de vista de la reacción romántica que te provoca tanta
acumulación de belleza, algo o alguien que con sólo la contemplación o el roce
te transmita ese tipo de sensaciones y emociones.
*La Pietá de Miguel Angel
En cuanto a mí, después de todos
los viajes que he realizado, he experimentado sólo en dos ocasiones (hasta el
momento) algún síntoma del síndrome de Stendhal. Una más bonita, emotiva y
liviana y la otra más literal y dura.
La primera me ocurrió durante la
visita a la ciudad turca de Kusadasi, que la explicaré en el primer artículo de
este blog, mientras que la segunda me ocurrió en la cripta de los Reyes del
Monasterio del Escorial.
La cripta -también llamado Panteón
de los Reyes- es un lugar dentro del Escorial que alberga las tumbas de reyes,
reinas, madre de reyes y consortes de las dinastías de Los Austrias y los
Borbones, excepto Felipe V, enterrado en el palacio Real de la Granja, Fernando
VI en el convento de las Salesas. También Amadeo I de Saboya, que se encuentra
en la Basílica de Turín y José Bonaparte que está enterrado en “Les Invalides”
de París. Tampoco se encuentran aquí los Reyes Católicos, Juana I y Felipe I,
enterrados en la capilla Real de Granada.
Para acceder a la cripta hay que
bajar una escalera de mármol blanco. Al final se accede a una sala redonda,
bastante pequeña, por cierto, que alberga 26 sepulcros de mármol. Estando allí
abajo empecé a leer los nombres de los sepulcros: Felipe II, Carlos I, Felipe
III, Felipe IV… ¡puf! Fernando VII, Isabel II… ¡madre mía! Alfonso XII, Alfonso
XIII…para, para. Tuve que dejar de leer porque el pulso se me iba acelerando; un
sudor frío me iba envolviendo al mismo tiempo que un mareo inminente me iba
atrapando. Sólo fueron unos segundos, me salí un poco fuera y cogí aire, todo
volvió a la normalidad.
Aquello que me ocurrió fue una
reacción al bloqueo mental que me produjo ver tantísima historia allí metida. Pensar
que esos sepulcros contenían los huesos de personajes tan importantes, que
tanto hemos estudiado en los libros de texto, que tanto hemos leído los amantes
de la historia… Estos personajes que siempre han residido en mi mundo imaginario
cobraban, de pronto, vida real y auténtica. Fue un choque brutal que me produjo
ese bloqueo del que os hablaba. Como decía antes, sólo fueron unos segundos. Al
superarlos pude disfrutar de aquel lugar, tan bello y regio.
Altar del Panteón de los reyes. A los lados se pueden ver los sepulcros |
Todo esto que acabo de
comentaros, aderezado con fotografías, anécdotas, leyendas y un poquito de
historia es lo que quiero plasmar en este blog para acercar, no solo a los
clientes de nuestra web www.turexey.com,
sino a cualquier persona, a lugares que a lo mejor conocéis o quizás no, pero,
sobre todo, lo que pretendo es transmitiros ganas e ilusión por viajar... ¡ilusión
por vivir!, tal y como reza nuestro slogan, para que podáis experimentar
vuestras propias experiencias, sentir vuestras propias emociones y, si es posible,
vuestro propio síndrome de Stendhal.
¡BIENVENIDOS!
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