Siempre que
algún cliente me ha preguntado por la posibilidad de hacer un crucero, mi
respuesta ha sido la misma: ¡Adelante!
Los cruceros
son interesantes por muchos motivos; si nos centramos en los barcos propiamente
dichos, la elección del crucero puede variar en función de la naviera que
elijas ya que, en función de ésta, dependerá la majestuosidad del mismo o los
servicios que te oferten a bordo. No obstante, la inmensa mayoría dispone, a
día de hoy, de un amplio abanico de servicios orientados al ocio y al
bienestar: pistas de baloncesto, minigolf, piscinas, jacuzzis, spas, teatros,
restaurantes especializados, pistas de hielo, simuladores de Fórmula 1,
bibliotecas, galerías comerciales, etc. etc. etc.
Si nos
centramos en los itinerarios, los cruceros son una manera inmejorable de
conocer una amplia zona de destinos interesantes, de una sola vez y en poco
tiempo. Otro punto a favor es que no es necesario hacer y deshacer maletas
continuamente, ya que llevas el hotel contigo durante todo el recorrido.
También son interesantes los cruceros por la buena oferta gastronómica que te
ofrecen… y así puedo seguir largo y tendido.
Como os
decía en la presentación del blog, uno de los momentos más emotivos y bonitos
que he vivido durante un viaje lo experimenté en un crucero. Se trató de un
viaje un tanto peculiar porque era la primera vez en mi vida que viajaba
completamente sola y, he de
confesar, que estaba muy asustada, aunque al mismo tiempo súper necesitada de
hacerlo.
Sentía que
tenía qué pasar más tiempo conmigo misma, para tratar de encontrarme, para
tratar de curarme de un momento depresivo por el que estaba atravesando. Fue
como mi medicina particular.
Era un
crucero por Turquía y Grecia, así que me presenté en la puerta de embarque del
vuelo, después de hacer los trámites de facturación y algunas compras de última
hora, y allí me encontré todo lleno de gente aunque, mirase donde mirase,
todo el mundo iba acompañado y tenían a alguien con quien hablar. Empecé a
sentir algo de pánico, pero me daba ánimos a mi misma; pensaba "vamos
chica, tú puedes, vas a ver Estambul, Atenas... solo por esto merece la
pena", mientras miraba a las personas que tenía a mi alrededor.
Os puedo
asegurar que tuve la tentación de salir corriendo de allí muchas veces, pero la
ilusión de conocer lugares nuevos era mi fuerza en ese momento de bajón
personal, el motor que tiraba de mí y también la necesidad de poner distancia
con mi vida diaria y mi entorno, porque psicológicamente estaba agotada y poco
o nada motivada. Me daba un poco de vértigo y, creedme si os digo que tuve que
echarle mucho valor al asunto; pero lo hice y no pude haber hecho mejor
elección, puesto que me sirvió de mucho. Ese viaje me aportó tantas cosas a mi
vida... conocí gente fantástica, descubrí lugares maravillosos que eran pura
historia en sí mismos, tales como la mezquita azul o Santa Sofía en Estambul,
donde geográficamente aterricé en Europa y embarqué, dentro de la misma ciudad,
en el barco ya en Asia. Curioso. También me aportó paz interior, e incluso pude
permitirme un capricho que hoy en día es… ¡mi tesooorooo!, una joya de diseño que
ocupa un lugar privilegiado dentro de mi ropero... pero esto merece mención
aparte, jejeje!
El caso es que estaba en la sala de embarque cuando nos llamaron para salir; me levanté y me puse en la cola; ya no había marcha atrás. Me iba; y estaba muy nerviosa. Para entablar algo de conversación le pregunté al chico que tenía delante de mí si esa era la cola para el vuelo a Estambul; me contestó con un escueto “sí” y se giró… Bueno, lo había intentado al menos, me decía a mí misma. De pronto, un señor que estaba detrás mía comenzó a hablarme; era un hombre muy abierto y agradable. Me dijo que viajaba solo porque su hija tenía una agencia de viajes y, como él ya estaba jubilado, se aprovechaba de la situación, y siempre que había una oferta interesante la cogía... ¡Oh, Dios mío! Yo también viajo sola, le dije. En ese instante, el chico que iba delante mía y al que le había preguntado un momento antes, se giró y nos dijo que él también viajaba solo… ¡genial!
El caso es que estaba en la sala de embarque cuando nos llamaron para salir; me levanté y me puse en la cola; ya no había marcha atrás. Me iba; y estaba muy nerviosa. Para entablar algo de conversación le pregunté al chico que tenía delante de mí si esa era la cola para el vuelo a Estambul; me contestó con un escueto “sí” y se giró… Bueno, lo había intentado al menos, me decía a mí misma. De pronto, un señor que estaba detrás mía comenzó a hablarme; era un hombre muy abierto y agradable. Me dijo que viajaba solo porque su hija tenía una agencia de viajes y, como él ya estaba jubilado, se aprovechaba de la situación, y siempre que había una oferta interesante la cogía... ¡Oh, Dios mío! Yo también viajo sola, le dije. En ese instante, el chico que iba delante mía y al que le había preguntado un momento antes, se giró y nos dijo que él también viajaba solo… ¡genial!
Desde ese mismo instante hicimos piña. Ambos se convirtieron en mi compañía personal durante todo el viaje. Me trataban como a una reina. Si quedábamos para ver el show nocturno del barco, cuando yo llegaba ya me tenían preparado mi sitio y "mi mojito" (es que otra cosa no, pero los mojitos era estupendos). Si me quería marchar, me iba sin tener que dar explicaciones. Nos respetábamos los momentos que cada uno quería estar a solas; en definitiva, lo mejor de lo mejor.
Una de las paradas que hicimos en ese crucero, fue en Kusadasi, Turquia:
Se trata de
una ciudad turca que tiene un puerto enooorme, con capacidad para muchísimos
barcos. Muy cerquita del puerto, dando un paseo, se llega hasta una zona
comercial bastante grande, llena de bazares donde comprar souvenirs por doquier
y, por supuesto, un lugar donde poner en práctica tu habilidad para el regateo.
Ese día
íbamos a visitar la antigua ciudad de Éfeso (ciudad romana bastante importante
que albergaba el famoso templo de Diana -una de las 7 maravillas del mundo
antiguo-) y la casa de la Virgen María….”¿la Virgen María?, ¿aquí?... qué raro”,
pensé.
Por este
motivo, madrugamos mucho y, debido a las prisas, creo que desayuné demasiado
rápido, porque cuando ya partíamos rumbo a hacer las visitas, en el autobús, me
entró un dolor de estómago bastante desagradable, dolor que se me fue olvidando
-que no desapareciendo- gracias a la guía tan magnífica que llevábamos en el
autocar. Nos ilustró con datos y curiosidades realmente interesantes sobre
Turquía, su historia y costumbres. Me tenía absolutamente entregada a sus
explicaciones.
Empezó a relatar
cosas referentes a nuestra primera parada, que era la casa de la Virgen María y
que os cuento a continuación:
Según la
tradición, cuando Jesucristo fue ajusticiado, San Juan y la Virgen, al igual
que todos los apóstoles, huyeron. Tras deambular por numerosos lugares, acabaron
llegando y estableciéndose aquí, en Éfeso. Las pruebas, por lo visto, son que
hay constancia histórica de que San Juan vivió y murió aquí, ya que se encontró
su tumba en este lugar.
San Juan
viajaba con la virgen María porque según su propio evangelio, Jesús en su
agonía le entregó a su madre diciendo: “He aquí a tu madre”. Es por esto que San
Juan se llevó con él a la Virgen María cumpliendo el mandato evangélico de
Jesús.
La Virgen
vivía en una pequeña casita situada en un monte a las afueras de la ciudad de
Éfeso. Allí la dejó San Juan. Él, por su parte, se dedicó a predicar la palabra
de Dios, a pesar del riesgo que ello conllevaba, en las murallas de la ciudad. Predicaba desde fuera
de las murallas porque Éfeso era ciudad romana y él, como proscrito, no podía
entrar en la ciudad sin el consiguiente peligro a ser descubierto, aunque
parece ser que san Juan entraba disfrazado en ella a menudo.
La casa de
la Virgen María está considerada como un lugar santo por la iglesia. Aquí ha
venido varias veces el Papa Juan Pablo II de visita, ya que le tenía mucha
devoción a este enclave.
Mientras nos íbamos acercando a la casa, la guía nos contaba que ellos, los turcos, ya sean cristianos o no, le tienen mucho respeto a este lugar, sobre todo después de lo que ocurrió en vísperas de la visita del Papa actual:
Estaba
programada una visita del Papa, poco tiempo después de haber sido elegido como
Sumo Pontífice, porque quería hacer una ofrenda, consistente en un rosario de oro
y no sé qué más. Bueno, el caso es que, a algunos radicales, para tratar de
sabotear esa visita, no se les ocurrió otra cosa que ¡prender fuego al monte!...
Las gentes del lugar, al ver cómo las llamas devoraban todo a una velocidad de
vértigo empujadas por el viento tan fuerte que soplaba, se quedaron
absolutamente desoladas y contemplaban impotentes cómo el fuego se acercaba a
la casa sin remisión. Era una auténtica desgracia, por todo lo que significaba
para ellos tanto a nivel histórico como a nivel emocional y religioso. Miles de
personas contemplaban el dantesco espectáculo con lágrimas en los ojos cuando,
de pronto, el fuego que estaba ya en los límites de los muros cambió de
dirección y continuó en otro sentido… Se quemó el monte entero, excepto aquella
pequeña casa.
Hoy en día aún
se puede ver el rastro de hasta donde llegó el fuego y os puedo asegurar que
fue cuestión de metros que las llamas no hubieran quemado aquel santo lugar. Para
ellos, para los turcos creyentes, se trató de un milagro.
Cuando
llegamos allí y puse un pie en el suelo noté, sentí algo especial,
particular... Me dirigí a la casa, muy chiquita, que en realidad es una capilla
construida sobre los cimientos de la casa original donde vivió la Virgen y, al
entrar, sencillamente lloré; no sé por qué, pero fue así. Era una sensación de
paz, de serenidad, de humildad, de amor que había en el ambiente tan grande que
se apoderó de mí, sin remisión... Fue espectacular. Encendí una vela y me fui
de allí con una paz de espíritu bestial.
Quedé
fascinada por las sensaciones que aquel lugar me aportaba, pero
aún así seguía con dolor de estómago, hasta que bebí del manantial que hay
junto a la casa. Beber aquella agua y quitárseme el dolor fue todo uno, os lo
aseguro.
Esta es la casa...bueno en realidad capilla, muy pequeñita, ¿verdad? |
Después de
aquello, continuamos rumbo a la antigua ciudad de Éfeso. La verdad es que es
enorme; se pueden distinguir avenidas, lugares públicos… incluso señales de
dirección que esculpían en la piedra, todavía patentes, increíble... PERO… el
teatro… ¡Ay! El teatro, sí, muy grande el graderío y todo lo que tú quieras,
pero no tenía nada más.... Ni punto de comparación con el de Mérida, con el
teatro romano de mi tierra, y así se lo hice saber a la guía, que me lo
reconoció... ¿Dónde está el escenario, dónde está "la orchestra",
donde están los "vomitorios" por donde la gente accedía al graderío?,
¿dónde?...jajaja. Se lo dije un poco en
plan simpático y de fardeo, pero era la verdad. Lo único que quedaba del teatro
romano era una inmensa colina donde iban situadas las gradas para los
espectadores, pero nada más; todo los demás había desaparecido. Aun así, las
ruinas de esta antigua ciudad son maravillosas.
Terminada la
visita de Éfeso y cuando ya creía que nos volvíamos al barco, nos paramos en
una fábrica de cuero y aquí viene lo de “¡¡¡¡Mi tesooorooo!!!!”
Y es que claro,
como no, está todo muy pensado para que los turistas se dejen la mayor cantidad
de dinero posible en sus visitas relámpago a los lugares donde paran los
cruceros. Saben como amortizarlo, cosa que me parece muy bien, por otra parte.
La cosa fue
así: nos bajamos del autobús y nos recibieron con un té de manzana frío (muy
típico de Turquía; no se trata de hierbas, sino de polvo azucarado, y está
bastante bueno. Así que si vais a Turquía, no olvidéis traeros té de manzana) y
algo para picar. Acto seguido, nos llevan a una sala donde nos sentaron alrededor
de una pasarela de donde comenzaron a salir chicos desfilando con prendas
de cuero.
Los chicos,
imitando el look del actor turco de la peli "la pasión turca", eran
iguales, todos muy monos. Al final del desfile salieron las chicas con unas
"chupas" deportivas que eran preciosas. “Tienen que costar una pasta”,
pensé, pues esas cazadoras salen de allí, de la fábrica, con destino a las
tiendas oficiales de la marca en cuestión. No en vano, Turquía tiene fama de
tener y de hacer los mejores cueros del mundo y el lugar donde
estábamos era un sitio serio; se veía que era cuero del bueno, no plástico como
te encuentras en la mayoría de los bazares de las zonas turísticas turcas.
Después del desfile, nos hicieron pasar a la tienda. Mientras entrábamos, recuerdo que hablaba con uno de los chicos, que no pensábamos comprar nada y que nos queríamos ir ya de allí....sííí… ¡ya!.... Empezamos a dar vueltas por allí y observé cómo un dependiente de la tienda empezaba a regalarle el oído a mi compañero de viaje. Miré hacia otro lado y, cuando volví a mirarle de nuevo, ya se estaba probando una chaqueta... ¡jajaja! Me moría de la risa y pensaba “no, no; yo no voy a caer, no me van a camelar; además no llevo dinero”; así que me relajé y me puse a buscar a ver si encontraba las chaquetas deportivas para ver qué precio tenían, por curiosidad.
Después del desfile, nos hicieron pasar a la tienda. Mientras entrábamos, recuerdo que hablaba con uno de los chicos, que no pensábamos comprar nada y que nos queríamos ir ya de allí....sííí… ¡ya!.... Empezamos a dar vueltas por allí y observé cómo un dependiente de la tienda empezaba a regalarle el oído a mi compañero de viaje. Miré hacia otro lado y, cuando volví a mirarle de nuevo, ya se estaba probando una chaqueta... ¡jajaja! Me moría de la risa y pensaba “no, no; yo no voy a caer, no me van a camelar; además no llevo dinero”; así que me relajé y me puse a buscar a ver si encontraba las chaquetas deportivas para ver qué precio tenían, por curiosidad.
Estando en
esos menesteres, se me acercó un chico; me cogió por el brazo y me dijo, en
inglés, porque "ni papas" de español por allí, que le acompañase, que él sabía lo que yo buscaba.
Me dejé llevar mientras le iba diciendo que no tenía intención de comprar
nada... ¡Yes, yes! me contestaba.
Llegamos a
nuestro destino y me paró justo delante de las chaquetas deportivas, de marca,
que iba buscando... Pero ¡cómo! cómo ha sabido que era eso justamente lo que
buscaba y lo que me gustaba? flipaba de verdad.
¡Qué
preciosidad de chaquetas y la de Ferrari!... ¡puf! Me enamoré de aquella prenda
exquisita. Estaban muy bien hechas, muy bien rematadas y forradas; el olor a
cuero era bestial. Miré el precio; estaba valorada en ¡700 euros! Imposible
para mí, por supuesto. El chico empezó a insistir en que me la probara… Eran
muy pesados, la verdad. Me la probé; maravillosa, espectacular, pensé, pero no tenía
dinero, así que "no deal", le dije. Me marchaba ya cuando me preguntó
cuánto quería pagar por ella; le volví a decir qué no, ¡How much!....¡Jesús, qué
pesao! 200 euros le digo… Es tuya, me dijo; pero ¡si no llevo dinero! No
problem. El tipo me acompañó en el autobús con un tpv portátil para cobrar con
tarjeta. Al llegar al puerto, me fui a buscar la tarjeta, le pagué y
me quedé con la chaqueta. Mi compañero, que al final también acabó comprándose otra,
y yo, nos miramos diciendo, “¿Qué ha pasao?... ¡No sé, no sé!.. ¡Si yo no
quería comprar nada!... ni yo tampoco! ¡jajajaja! Estuvimos durante un rato con
un cargo de conciencia terrible; pero al
llegar al camarote y observar esa chaqueta, tan bonita y tan bien hecha como estaba, se me pasó.
Fue como una señal, ya que unos meses después me compré una moto, que curiosamente era roja, como una parte de la chaqueta. Así que mientras hacía buen tiempo, salía con mi moto y mi chupa de Ferrari y estaba vamos, "la mar de mona"....
llegar al camarote y observar esa chaqueta, tan bonita y tan bien hecha como estaba, se me pasó.
Fue como una señal, ya que unos meses después me compré una moto, que curiosamente era roja, como una parte de la chaqueta. Así que mientras hacía buen tiempo, salía con mi moto y mi chupa de Ferrari y estaba vamos, "la mar de mona"....
Hoy en día
ya no tengo moto, pero sigo teniendo la chaqueta porque como ya os dije es “mi
tesooorooo”…
Nunca pensé que esta zona del planeta tuviera cosas tan interesantes. Lo de la casa de la Virgen María pone los pelos de punta, tanto por lo que cuentas como por cómo lo cuentas (eres una escritora nata!). Sin duda, habrá que hacer este viaje y vivir todas estas sensaciones que tan bien describes.
ResponderEliminarFelicidades por tu magnífico blog y suerte!!!
Félix Campo