viernes, 19 de julio de 2013

Jerusalem II

Antes de continuar con nuestro recorrido, quiero explicaros màs en profundidad còmo se distribuye la ciudad antigua de Jerusalem para que entendàis un poco mejor la complejidad de la misma y el por què de tantas luchas, enfrentamientos y odios.  

La ciudad vieja sòlo tiene una extensión de 0,9 km cuadrados, pero en su interior alberga el monte del templo y muro de las lamentaciones que no es otra cosa que un pequeño trozo de muro que contenía en su interior el templo de Herodes que se supone que albergaba nada màs y nada menos que las tablas de la ley de Moisès tan importante para los judíos. Pero donde se suponía que estaba situado este templo, ahora se encuentra la cúpula de la roca y la mezquita de Al-Aqsa fundamental para los musulmanes, por eso los judios veneran tanto el muro porque es lo único que les queda para poder sentirse màs cerca de tan sagrado lugar que ahora ocupa una religión ajena a ellos. En la foto que os ponía antes del muro, se puede observar la mezquita con su cúpula dorada. Ahí lo tenèis. 



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Cómo os decía antes, dónde véis esa cúpula dorada se erigía anteriormente a la llegada de los musulmanes, el templo más sagrado para los judíos. Un templo que fue erigido originalmente por el rey David. Su ubicación no fué una casualidad, ya que David quiso que se erigiera aquí, en el lugar donde según la tradición judia, Abraham quiso sacrificar a su hijo Isaac. Posteriormente fué el hijo de David, Salomón, el que continuó con la construcción del templo y la ampliación de las murallas.

Y por último y ya en época de la invasión Romana en Jerusalem, fué el rey Herodes el que recuperó y amplió el templo. El muro de las lamentaciones es lo que queda del templo desde la época de Herodes. El sancta santorum que albergaba este templo eran las tablas de la ley de Moisés. Al llegar los musulmanes, construyen justo encima de las tablas, la cúpula de la Roca, dejando a los judios fuera del acceso a las mismas.

Aparte de estas construcciones que os comentaba y que se sitúan en el barrio judío y árabe, otra de las contrucciones importantes que se encuentran dentro de estos 0,9kms. cuadrados es la iglesia del santo sepulcro, dentro ya del barrio cristiano. Es decir, la ciudad antigua de Jerusalem se divide principalmente en el barrio judío, el barrio musulman y el barrio cristiano. Hay otro barrio que es el armenio que a pesar de ser cristianos, se consideran independientes.

Así que, hasta el momento todo el recorrido que hemos hecho ha sido en el barrio judío. Vamos a visitar ahora el barrio cristiano, cuyo acceso está junto al muro de las lamentaciones. Este paso entre barrios, se realiza a través de un túnel y literalmente es como hacer un viaje en el tiempo, como una teletransportación hacia otra ciudad completamente diferente, ya que pasamos de un barrio limpio y silencioso a otro ruidoso y bullicioso. Aquí tenéis el túnel de separación entre barrios. Al final del túnel te reciben unos militares con armas y detectores de metales que controlan a cada paisano que quiera transitar entre ellos.




Mirad estas imagenes y comprobaréis el impacto que provoca pasar de un lado a otro.












Ya estamos en el barrio cristiano, a partir de aquí todo lo que te encuentras en sus calles son puestos de venta de recuerdos, grupos de gente siguiendo a su guía turístico que los lleva a toda prisa a visitar las distintas estaciones del vía crucis, para culminar en la iglesia del santo sepulcro. Con lo cual, el tratar de concentrarte en sentir que estas calles fueron testigo del último calvario de Cristo, se difumina bastante al ver a tantos turistas, peregrinos y lugareños en plena ebullición.

Como todo turista de crucero que se precie y yo no iba a ser menos, visitamos ahora a toda prisa algunas de las estaciones del vía crucis y que os explico a continuación.





Esta es la quinta estación. Como véis el número está tallado en la roca, prueba de que estas tallas vienen de épocas bastante remotas. La quinta estación es la de Simón de Cyrene, más conocido como Simón el Cirineo y que fue el que ayudó a Cristo a llevar su cruz. En este punto es donde se supone que Cristo cae al suelo y Simon le ayuda a levantarse  y seguir "con su carga".



Esta es la sexta estación, donde La Verónica limpia el rostro de Cristo.





Aquí vemos la séptima. Lugar de la segunda caída.

Ahora os paso algunas imágenes del barrio.






Nuestra siguiente parada es la Iglesia del Santo Sepulcro, situada en lo alto del monte Gólgota que posteriormente pasó a llamarse Monte del Calvario. Dentro de ella se encuentra el lugar de crucifixión de Cristo, la piedra donde lo limpiaron y le ungieron y el sepulcro donde fué enterrado y dónde posteriormente resucitó.

Haciendo un poquito de historia, cuando Jerusalem fue destruida por los romanos, los evangelistas huyen de la misma, no sin antes dejar por escrito en los Evangelios el lugar de crucifixión y enterramiento de Cristo. Ambos lugares, el monte Gólgota y el lugar de enterramiento, estaban a pocos metros de distancia, situándose enmedio la piedra donde lo ungieron. Estos lugares que han sido confirmados por los arqueólogos, se situaban en una cantera de piedra. La tumba era propiedad de un rico judío seguidor en secreto de Jesucristo que se llamaba José de Arimatea que la cede para que lo entierren en ella.

Una vez que la ciudad cae en manos de los romanos, construyen en este lugar un templo pagano de culto a la diosa Venus, hasta que posteriormente la emperatriz Elena, madre de Constantino, adheridos ya a la fe cristiana, decide emprender la búsqueda de la tumba de Cristo. Así que derriban el templo de Venus y aparecen tres cruces. Según la leyenda se sabe que una de ellas era la "Vera Cruz" porque al tocarla producía milagrosas curaciones y las otras dos no.

Bueno, después de haberos resumido mucho la historia, volvemos a la iglesia del Santo Sepulcro, la cual está regentada por Armenios, cristianos ortodoxos, greco-ortodoxos, y cristianos católicos entre otros. Hay unas 11 congregaciones que llevan la gestión de la iglesia y ninguna puede hacer nada sin el consentimiento de las demás. Tanto es así que en la foto de la fachada de la iglesia que os paso más abajo, se ve una escalera de madera situada en una ventana, ¿la véis?...pues esa escalera lleva ahí nada menos que siglo y medio porque son incapaces de ponerse de acuerdo en quién tiene la autoridad para retirarla. Esto suena un poco a chiste y gracioso, sino fuera porque en algunas ocasiones estas congregaciones han llegado incluso a las manos incapaces de llegar a entenderse, curioso.





Entramos ya en la iglesia y nuestro primer punto de visita, siguiendo un orden cronológico, es el lugar de crucifixión que es la zona más alta y para llegar hay que subir unos tramos de escalera, no en vano este punto estaría situado en lo alto del monte Gólgota








En la foto de arriba se aprecia el altar, todo ello hecho de oro y plata al más puro estilo ortodoxo y debajo del altar está el lugar exacto donde se situaba la cruz, tapado por un cristal y rodeado de plata. La gente se arrodilla para tocar y orar. 

Aquí tenéis más fotos, dónde podéis observar más detalles del altar. Fijaros cuanta riqueza.







El siguiente punto es la piedra del ungimiento. El lugar donde después de descender a Cristo de la Cruz, se le limpió y se le ungió para enterrarlo. Este punto es lo primero que se ve al entrar en la iglesia, pues está justo enfrente de la misma. La verdad es que sorprende mucho, porque no te esperas en absoluto encontrarte con esto tan de repente.







Me costó muchísimo hacer fotografías, porque este lugar está abarrotado de gentes que se arrodillan, tocan, besan, oran, y lloran con tanta desesperación en algunos casos que acongoja. Muchas personas se traen fotografías de familiares, también objetos personales de los mismos para frotarlos contra la piedra en una espera desesperada de conseguir que esos familiares se curen de enfermades terminales. Así que yo diría que es el lugar más solicitado de la iglesia. Nuestro guía nos comentaba que Juan Pablo II cuando visitaba la piedra y veía estos comportamientos se ponía de los nervios, pues no soportaba ver estos actos fanáticos que según él no se correspondían en absoluto con el ejercicio de la fé cristiana.

El último punto de visita es la tumba de Cristo que está situado dentro de una edificación redonda que según la tradición fué construida por la emperatriz Helena. Dicen que la tumba en realidad no la ves porque está totalmente revestida de mármol. Y digo dicen, porque nosotros no pudimos entrar por varias razones. La primera porque se forman unas colas de horas de espera y segundo porque los peregrinos que vienen hasta aquí tienen reservada su visita con meses de antelación y tienen preferencia, por supuesto.

No obstante os paso algunas fotos desde fuera del lugar de la tumba de Cristo.














Esta es una pequeña abertura de la tumba. Como se puede observar, dentro hay muy poca luz, sólo iluminada por velas. Como véis también, la tumba está custodiada por monjes ortodoxos que controlan continuamente a los peregrinos y visitantes.

Si no podéis entrar a visitar la tumba, podéis no obstante, visitar el resto de la iglesia que contiene capillas y rincones para admirar por el arte y la riqueza que ostentan.

Espero finalmente que os haya gustado esta visita por la ciudad antigua de Jerusalem. De aquí partimos para visitar la iglesia de la Natividad que se encuentra en Belen, población situada a escasos 1 ó 2 kilómetros de Jerusalem, pero bastante más alejada no por motivos geográficos, sino por motivos históricos y culturales, ya que se encuentra en territorio Palestino.

Resulta muy curioso que a 1 kilómetro de Jerusalen tengas que pasar una frontera y entrar en otro país y otra cultura tan diametralmente opuesta. Al llegar a este enclave, nuestro guía al ser judío, tuvo que apearse del autobús y abandonarnos pues tenía prohibida la entrada. Fijaros bien en la frontera, en esos muros que separan a estas dos culturas y que tanto odio y división han generado. Esta es la representación física de esa separación y de ese odio que para nosotros en la distancia nos es tan ajeno. Mirad.



Cuando llegas aquí y ves a tantos soldados y tantas medidas de seguridad, sientes auténtico miedo y una infinita tensión y una vez que pasas esas puertas ya no te relajas y te sientes incómoda en todo momento.

Al entrar en Palestina, se nos une un guía palestino para enseñarnos la iglesia de la Natividad y aquí permitidme que comparta con vosotros mis quejas y mi más absoluto rechazo por el comportamiento del mismo. Lo primero es que este señor apenas sabía hablar español. Lo segundo que hizo como manda la tradición, fue llevarnos a una tienda (donde por supuesto se lleva su comisión) para que comprásemos souvenirs, perdiendo un tiempo precioso. Tiempo que no teníamos. 

Al llegar a la iglesia de la Natividad, lejos de explicarnos un poco de historia, leyendas o lo que sea, se puso a charlar con sus colegas tan ricamente, dejándonos en la cola para la visita del lugar donde se supone que nació Cristo. En este punto, en esta espera, es donde se produjo uno de los momentos más tensos del viaje.

Cuando viajas en un crucero, al llegar a puerto, tienes que organizarte muy bien el tiempo porque el barco tiene una hora de salida y a esa hora se va y no espera por nada ni por nadie, ya que cualquier retraso le supone un gran desembolso a la naviera. Es por esto que cuando llegamos a la iglesia de la Natividad y ver la inmensa cola que había para ver el pesebre, algunos de los grupos de nuestro barco decidieron irse y volver al mismo para no pasar apuros. Nuestro grupo, después de una tensa discusión, (yo incluida) decidimos quedarnos aunque no fuera partidaria de ello, pero se hizo una votación y tuve que acatar el resultado.

El problema era que la cola se movía desesperadamente lenta y sólo pensar que para volver teníamos que pasar una frontera y después un viaje de unos 3 cuartos de hora para llegar al puerto, me tenían bastante preocupada, pero no podía hacer nada. Así que decidí tratar al menos, de disfrutar de la visita. Os paso un par de fotografías del interior de la iglesia, que la verdad he de deciros que viendo las muchas lámparas de colores rojo y azules que colgaban por toda la estancia, me recordaba a un arbol de navidad gigante. Aunque en la foto, me temo que no se aprecia mucho.





Seguimos esperando en la cola, pero de repente, supongo que por lo tarde que se estaba haciendo, la gente empezó a moverse bastante rápido, tanto es así que cuando llegó nuestro turno de entrar en la famosa gruta, un señor empezó a agitar las manos diciéndonos que corriésemos y esto es lo único que pude ver.







Era el colmo de los colmos. Resulta que el lugar es una pequeña gruta a la que accedes por un lateral. Al llegar al centro de la estancia se ve este pequeño  altar y en el suelo una estrella de plata que se supone que indica el lugar donde estaba Jesús y a ambos lado de la estancia unos cuvículos donde se situaban el buey y la mula...Me pareció una auténtica tomadura de pelo. Tienen "el negocio" tan bien montado para sacar el dinero a los turistas que en absoluto me creí nada de todo lo poco que vi, la verdad. Fué una gran decepción.

Después de esto y cuando creí que nada más podía ocurrir puesto que ya volvíamos al barco, resulta que se forma un atasco espectacular en la frontera para salir de Palestina, porque estaban haciendo registros en todos los vehículos que estaban delante nuestra. Otra espera y por cierto, otra vez bastante lenta. Veíamos a lo lejos a los soldados, metralleta en mano, registrando minuciosamente el interior de los coches y chequeando los papeles con absoluto rigor. No llegamos, pensaba, es imposible. Aunque mi mayor preocupación era salir de Palestina, con eso me conformaba.¡ Quería salir de ese lugar ya!

Al fin, llega nuestro turno que bien, pensé. Como somos turistas no habrá problema, nos dejaran pasar. Nada más lejos de la realidad. Nos pararon. Pidieron al conductor que abriese el maletero, lo registraron, después subieron al autobús dos chicos que os aseguro, no tenían más de 18 años. Eran israelíes. Recorrieron todo el autobus con las metralletas rozándonos las sienes de todos los que estábamos en los asientos de pasillo. Después de un rato de pasearse de arriba a abajo, decidieron bajarse y darnos paso. Salimos de allí rumbo al puerto. 

He de deciros que llegamos tarde. El barco ya tenía las chimeneas funcionando y al subir, todo el pasaje estaba ya preparado para la cena. ¿Que por qué nos esperaron? Pues supongo que porque eramos un autobús entero y eramos muchas personas..no lo sé. El resultado para mí después de toda aquella tensión, fué una  jaqueca espectacular.